Llevo muchos años acompañando a personas en sus procesos de duelo. Es una tarea dura, larga, dolorosa y que termina haciéndonos crecer. Se ha escrito mucho sobre las fases del duelo, tipos y tareas que tiene que hacer el doliente… Pero estos días no estamos para teoría. Estamos para acompañarnos en el dolor y tratar de salir lo más enteros posible.
Este maldito Coronavirus nos ha puesto patas arriba. Hasta la forma de morir y enterrar a nuestros seres queridos se ha visto talada. No hemos podido acompañar en los últimos momentos a nuestros seres queridos, darles la mano, hablarles al oído. No hemos podido velarles, llorarles juntos, enterrarles según sus deseos. Esta manera de afrontar la pandemia ha resultado, y sigue resultando, inhumana y fría para todas las personas que han fallecido solas en UCIs y también ha cortado en seco a sus seres queridos la posibilidad de elaborar un duelo sano y sereno. Se me antojaba que la imagen de este post, Junto al lecho de la muerte de Munch, representaba bien el deseo y la necesidad de tantas familias de vivir junto al enfermo sus últimos días y decirse todo lo que tuvieran pendiente.
Ya que no podemos cambiar esta realidad, busquemos maneras alternativas creativas que nos permitan despedirnos de la persona querida. Los ritos son especialmente importantes en los momentos de despedida. Múltiples estudios avalan que las celebraciones protegen frente a un duelo patológico, por ello es bueno crear espacios de recuerdo a los que acudir cuando lo precise la persona doliente, siempre y cuando no suponga un aumento de su malestar.
– Escribe una carta de despedida o haz una pintura: si no te dejaron estar a su lado, imagina que estás junto a la cama de tu ser querido y comienza a escribir todo lo que le habrías dicho. Pon voz a tus sentimientos, expresa todo lo que quedó pendiente. Estate atento especialmente a los niños y adolescentes. Todos necesitamos despedirnos. Anímales a hacer un dibujo, una pintura o cualquier otra forma de expresión artística con sus sentimientos y luego haz una pequeña ceremonia con ellos.
– Genera un rincón de recuerdo en la casa: puedes colocar una vela, fotos de la persona fallecida, algún objeto personal… Puedes crear un pequeño altar donde recogerte, dolerte, rezar, meditar o recordar a esa persona que se ha ido.
– Organiza un velatorio o un funeral virtual: muchas personas han abierto un grupo para crear un espacio parecido al del velatorio y poder hablar de la persona fallecida, sus virtudes y defectos, anécdotas, lo que aprendimos de ella… Otras, han organizado un funeral con canciones, oraciones y testimonios que aportan mucha paz y afianzan los lazos para no sentirse solos en su dolor.
– Agrupa fotos y crea un álbum de recuerdos. Puedes aprovechar las nuevas tecnologías y pedir a tu círculo cercano que envíe fotos, vídeos, anécdotas, frases para elaborar un álbum digital. Podréis compartir vuestra pena y el cariño que os une a él.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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