Este año quería desearos una Feliz Navidad y Feliz 2020 con un cuento pero no me apetecía hacerlo con un cuento lacrimógeno o blandito. Así que encontré éste de Jorge Bucay que tiene mucha miga.
A una estación de trenes llega una tarde, una señora muy elegante. En la ventanilla le informan que el tren está retrasado y que tardará aproximadamente una hora en llegar a la estación. Un poco fastidiada, la señora va al puesto de diarios y compra una revista, luego pasa al kiosco y compra un paquete de galletitas y una lata de gaseosa. Preparada para la forzosa espera, se sienta en uno de los largos bancos del andén.
Mientras hojea la revista, un joven se sienta a su lado y comienza a leer un diario. Imprevistamente la señora ve, por el rabillo del ojo, cómo el muchacho, sin decir una palabra, estira la mano, agarra el paquete de galletitas, lo abre y después de sacar una comienza a comérsela despreocupadamente. La mujer está indignada. No está dispuesta a ser grosera, pero tampoco a hacer de cuenta que nada ha pasado; así que, con gesto ampuloso, toma el paquete y saca una galletita que exhibe frente al joven y se la come mirándolo fijamente. Por toda respuesta, el joven sonríe… y toma otra galletita. La señora gime un poco, toma una nueva galletita y, con ostensibles señales de fastidio, se la come sosteniendo otra vez la mirada en el muchacho. El diálogo de miradas y sonrisas continúa entre galleta y galleta. La señora cada vez más irritada, el muchacho cada vez más divertido.
Finalmente, la señora se da cuenta de que en el paquete queda sólo la última galletita. » No podrá ser tan caradura», piensa, y se queda como congelada mirando alternativamente al joven y a las galletitas. Con calma, el muchacho alarga la mano, toma la última galletita y, con mucha suavidad, la corta exactamente por la mitad. Con su sonrisa más amorosa le ofrece media a la señora. – Gracias! – dice la mujer tomando con rudeza la media galletita. – De nada – contesta el joven sonriendo angelical mientras come su mitad. El tren llega. Furiosa, la señora se levanta con sus cosas y sube al tren. Al arrancar, desde el vagón ve al muchacho todavía sentado en el banco del andén y piensa: » Insolente». Siente la boca reseca de ira. Abre la cartera para sacar la lata de gaseosa y se sorprende al encontrar, cerrado, su paquete de galletitas… ! Intacto!
Me siento tan identificada con este cuento… Demasiado a menudo, nos montamos una película en la cabeza y la vamos engordando con cada cosa que pasa; seguimos añadiendo razones al motivo de nuestro enfado y la rabia nos va subiendo hasta las orejas. Y es que muchas veces nos equivocamos al pensar. Nos hacemos una idea de lo que está pasando y creemos estar en lo cierto, tener la verdad.
Este cuento va sobre prejuicios. Con mucha frecuencia juzgamos antes de cotejar nuestra idea con la realidad. No estamos acostumbrados a poner en duda nuestras ideas. El prejuicio nos impide ver al otro y disfrutar de su presencia. Por una idea de partida equivocada, «este hombre se está comiendo mis galletas», esta mujer se perdió el regalo que el joven le hacía compartiendo sus galletas; no disfrutó de su mirada a los ojos ni de su sonrisa franca y amorosa.
Ese es mi deseo para este año 2020 que va a comenzar: que sepamos apartar nuestros prejuicios, que dejemos los pensamientos a un lado para disfrutar de cada persona, cada momento. Os deseo un año de estar en el presente y disfrutar de lo que venga.
Feliz Navidad!
Photo by Monika Grabkowska https://unsplash.com/photos/yuAEcsAe4lk