Hay lecturas que esponjan por dentro. En tiempos de tanto aislamiento, desconfianza hacia los otros y distancia física, encontré la entrevista al filósofo Josep Mª Esquirol y sentí que sus palabras me ventilaban y ahuecaban mi entumecimiento interior. Su obra es un ejemplo de humanismo y yo necesito rescatar el humanismo para mantener la esperanza.
Eso da sentido a mi vida. Dice el filósofo en su libro Humano, más humano : «En momentos de gran desorientación, urge el esfuerzo por centrarse en lo más nuclear, y por obrar bien. En la debilidad, en lo humano, en la vulnerabilidad… late el pulso de la verdad.»
El autor habla en su obra, entre otras muchas cosas, de que las personas tenemos una necesidad imperiosa de los otros y de que la bondad es el vehículo que mueve el mundo. Vamos por partes:
Nos salvan las relaciones: en medio de tanto aislamiento e individualismo debemos rescatar la importancia de la compañía de los otros porque las personas tienen un poder sanador. Yo añadiría, que no son las personas sino los encuentros verdaderos y profundos, los que curan. Hace tiempo escribí un artículo Lo que cura es el amor en el que comentaba que una terapia funciona si hay confianza y el amor. Si el paciente no confía en el proceso y se entrega y si yo (terapeuta) no siento afecto por la persona a la que escucho, la terapia no funciona. Estoy convencida de que ese cariño es el que cura. Cuando una persona se abre a mi, me muestra su vulnerabilidad y su dolor, se da un encuentro íntimo y profundo del que nace necesariamente el afecto sanador.
Todos tenemos experiencias en la vida de personas que han pasado por nuestro lado y han dejado huella: por el bien que nos hicieron, por el espacio que nos abrieron, por la confianza que nos dieron. Por eso afirma: «La vida es un camino en el que necesitamos a los demás, hacer el camino con los demás.» Esquirol afirma que nadie se sostiene solo. Todos necesitamos un tú que nos escuche y nos sostenga, que nos aguante, que nos reconforte.
En la vida hay gente buena, y esa bondad es la que sostiene el mundo. Esta es la otra idea que me ha atrapado. Somos por naturaleza, bondadosos y acogedores. Y esa humanidad nace de lo más profundo, de nuestro centro. Una de las cosas que más me emociona en una película o en la vida real son las muestras de amor y solidaridad en momentos límite. Cuando una persona se acerca a otra conmovida por su dolor, cuando alguien desconocido te auxilia en un momento difícil… Ahí surge nuestra esencia, nuestra bondad. En nuestro nucleo llevamos grabado a fuego la fraternidad y el auxilio. Y como dice Esquirol :»Lo que está en la raiz y lo más genuino del ser humano es el amparo, la acogida, la fraternidad.»
Por último, habla de un concepto nuevo para mi: la «conspiración del desierto». La palabra conspiración tiene una connotación peyorativa pero en realidad, conspiración viene de inspiración y anhelo compartido. Es decir, conspirar es inspirarnos con el otro. Las personas nos vinculamos cuando compartimos un mismo anhelo, cuando vibramos con lo mismo. Y Esquirol afirma que hay una conspiración relativa a la bondad que es secreta y sostiene el mundo y mantiene la esperanza. ¿No os parece inspirador? Hagámonos conspiradores de la bondad.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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