Ayer por la noche, me atrapó una noticia del Telediario. En Holanda hay una Fundación llamada Ambulancias del Deseo que se dedica a cumplir los últimos deseos de las personas que están cercanas a la muerte (¿y quién no?). Organizan una salida en ambulancia para que estas personas puedan volver a lugares donde fueron felices o visitar sitios especiales por última vez.
La mayoría elegía lugares especialmente bellos: un cuadro en un museo, una playa, un campo de girasoles, una vista panorámica… y otros, lugares que emocionalmente significaban mucho para ellos. La noticia me pareció preciosa pero al mismo tiempo me hizo pensar: ¿a dónde querría ir yo por última vez? Y tengo que confesaros que no supe contestarme.
Hemos reflexionado en anteriores ocasiones sobre la poca conciencia que tenemos de la muerte y cómo la alejamos de nuestra vida y de nuestro pensamiento. Nos angustia y creemos que bloqueando en nuestra mente la idea, ésta desaparecerá. Pero la muerte está al doblar la esquina y esta realidad densifica nuestra vida. Cuando la muerte está cerca, nos centramos en el momento presente más que nunca. Nuestras prioridades se reordenan y lo insignificante que ahora nos puede absorber toda la energía de un día, pasa a un segundo plano para dejar el protagonismo a lo realmente importante.
El ser humano no puede estar continuamente pensando en la muerte porque le generaría una angustia imposible de soportar, pero creo que debemos preguntarnos con frecuencia: ¿qué pasaría si muriera hoy?, ¿en qué asunto me gustaría que me encontrara?, ¿qué me quedaría pendiente de hacer si la tuviera muy cerca?, ¿en que me gustaría invertir mis últimos días? O incluso ¿qué legado me gustaría dejar a mi familia, a la sociedad? Esta reflexión nos llevaría a ponernos manos a la obra en lo que verdaderamente queremos.
Así pues, más allá de la anécdota de a dónde querría yo que me llevara esa ambulancia, te recomiendo que: vuelvas a esos lugares especiales para tí, visita museos, contempla la belleza, disfruta la compañía de la gente a la que quieres. Como dice una canción de Serrat: «no dosifiques los placeres, si puedes derróchalos». Porque la vida es muy corta y la muerte te puede pillar con una lista enorme de lo que te hubiera gustado hacer y ya no es posible. Aprovéchalo ahora!
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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