En la última semana me ha llegado por diferentes vías, la existencia de un club llamado de Las Malas Madres. Se definen como «un lobby de presión con mucho sueño, poco tiempo libre, alergia a la ñoñería y ganas de cambiar el mundo o, al menos, de morir en el intento”. Tengo que reconocer que despertó mi curiosidad y quise saber algo más.
Ellas manifiestan: “Queremos ser madres, pero también mujeres. Estamos hartas de que nos etiqueten como progenitoras: teta o biberón, adictas o contrarias al método Estivill, crianza con apego o todo lo contrario… no hay matices. Venimos a reivindicar que seguimos siendo mujeres y no somos perfectas, ni superwomans, y que, además, no nos conviene nada tener superpoderes”. Prefieren no fingir una maternidad perfecta y reconocer lo duro y cansado que se hace a veces.
Más allá de la anécdota, creo que este movimiento tiene un punto de partida muy sano. En nuestra sociedad, se espera que trabajemos, cuidemos de los hijos, seamos buenas esposas y nos entreguemos sin fin casi 24 horas. Por eso creo que es bueno, saltarse lo políticamente correcto y reconocer y reirse de los “pensamientos impuros de mala madre”: esos que nos hacen desear que los niños se vayan de campamento, que llegue pronto septiembre y el colegio o como decía una persona querida y muy sabia: «cómo se quiere a los hijos cuando están dormiditos.» O «el mejor momento del dia es cuando los niños se acuestan».
Sentirnos malas madres nos conecta con la culpa, con la sensación de que no lo hacemos perfecto, que no hemos hecho todo lo que podríamos… En cambio, liberar la carga, reirse de uno mismo cuando está exhausto o verbalizar los pensamientos incorrectos… son maneras de bajar nuestra exigencia como madres. Si el concepto malamadre, tiene que ver con enchufarles un poco a la tele para poder descansar, o darles dos dias seguidos de cenar sandwich.. Bienvenido sea!
Pero reconozcámoslo, también a veces, jugamos a ser madres perfectas y ejemplares. Cuando nos juntamos con gente a la que no conocemos demasiado, ponemos especial cuidado en mostrar lo estupendas madres que somos. Entre las mujeres y madres existe un fuerte sentimiento de competencia. Nos juzgamos con dureza unas a otras. Si pudiéramos soltar este lastre competitivo, podríamos aprovechar las sinergias entre amigas para apoyarnos y cubrirnos y así poder descansar o ventilarnos.
En estas vacaciones, te animo a que busques ratitos para tí, para recuperar tu espacio de mujer, para sacudirte el uniforme de madre y descansar.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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