Hace unos cuantos días, durante una sesión de terapia surgió la pregunta: «Pero ¿qué es ser maduro?». A raiz de aquello, he estado reflexionando y releyendo cosas sobre el tema.
Apoyándome en el libro que alguna vez os he recomendado Treinta palabras para la madurez, me gustaría presentaros lo que dicen algunos maestros de la psicología sobre el concepto de madurez y sus características.
Abraham Maslow da 15 rasgos de personalidad entre los que destaco:
- Eficiente percepción de la realidad
- Aceptación general de la naturaleza, nosotros, de sí mismos
- Necesidad de independencia y soledad
- Funcionamiento autónomo
- Relaciones interpersonales fuertes y hondas
Sigmund Freud puso su atención en el hombre neurótico más que en el ideal del ser humano pero también destacó algunas características:
- El hombre deseable tiene un yo fuerte, guiado por el principio de realidad
- Es autónomo, independiente de los padres y los grupos. El individuo debe llegar a hacerse padre de sí mismo.
- Es capaz de amar y trabajar.
Viktor Frankl decía que el hombre con una personalidad sana y madura es aquel que:
- Escoge su camino de acción
- Es personalmente responsable del curso de su conducta y la actitud que toma frente a su destino
- Ha trascendido la preocupación por sí mismo.
Sería una labor ingente recoger todas las características de una persona madura; por eso me quiero centrar en dos. Para mi, una persona adulta es aquella que tiene un funcionamiento autónomo e independiente respecto a su familia (o grupo) de origen y que acepta la vida conforme al principio de realidad. Las desarrollaré un poco más:
- El concepto de funcionamiento autónomo tiene que ver con buscarse la vida y ser independiente económica, social y funcionalmente. Es decir, una persona madura es aquella que sabe organizar su vida, tener relaciones más allá de su familia de origen y como decía Freud sabiamente, hacerse padre de sí mismo. Dicho de otra manera, autocuidarse, autogestionarse. Y aquí entra otro factor fundamental que relaciono con la independencia y es la capacidad de estar solo. No sólo saber estar solo sino buscarlo y disfrutarlo en ocasiones.
- El segundo rasgo que yo destaco de una persona madura es que sea capaz de aceptar la vida tal y como viene. El principio de realidad al que aludía Freud tiene que ver con asumir momentos de dolor, sufrimiento o crisis como ingredientes fundamentales de la vida. Muchas veces he tenido que decir en mi consulta frases del tipo: «la vida no es justa, no hay un reparto equitativo de oportunidades, suerte o problemas» o «el dolor y la muerte existen y están en nuestro día a día». Esto es principio de realidad: aceptar la naturaleza de la vida y no vivir siempre frustrado por lo que querría tener y no tengo (principio de placer).
¿Alguna reflexión al respecto?
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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