Hoy os traigo el testimonio que me regaló ayer una persona cuando terminó su proceso de terapia. Gracias!
Cuando pasas una depresión empiezas a notar, en mi caso, primero ansiedad, no tienes muchas ganas de comer, duermes regular y eso va increchendo; llega un momento en que ya ni comes ni duermes y pasas el día nerviosa.
Y no paras de dar vueltas a la cabeza para darle una explicación lógica y racional. Por otro lado la autoestima y seguridad en ti mismo está muerta como «un chucho atropellado» indefenso. Y pierdes la ilusión por hacer cosas, cualquier cosa se hace un mundo…
Estás agotado física y psicológicamente. En mi caso fue debido a un conjunto de cosas personales y profesionales, y lo peor es que no fuí consciente, me dejé llevar hasta que caí con todo el equipo.
¿Qué hice? Darme de baja, ir al médico, medicarme, ir a la psicóloga, y descansar. Me costó porque tenía prisa, quería estar bien, y hay que tener en cuenta que es un proceso que igual que te metes poquito a poco, la salida también es así.
Aunque no me apetecía salí a andar todos los días, me obligaba a comer y a descansar y a estar ocupada. Y al final lo conseguí!!! Ahora disfruto muchísimo de la vida tengo, mucha ilusión por hacer cosas y estoy tranquila y en paz; me tomo mi tiempo, estoy atenta y me he dado cuenta de lo que realmente me gusta. Laboralmente estoy cómoda y feliz en un trabajo que esté controlado y organizado, que sepa lo que tengo que hacer, y personalmente disfruto mucho de mi familia y amigos sabiendo dejar espacio y tomándome el mío.
Cuando te pasan estas cosas aprendes a conocerte mejor, y esta vez me he dado cuenta de que soy una persona a la que le gusta el orden y tener las cosas organizadas. Y sí, ahora puedo decir que soy feliz y disfruto de la vida con las pequeñas cosas.
Hoy estoy en Oropesa, me he levantado, he ido a andar, he hecho ejercicio y ahora escribo esto desde una terracita al lado del mar tomando um café y estoy en la gloria. Es cierto que la persona que más te tiene que querer eres tú misma.