Hace unos años en un curso de formación de un voluntariado me enseñaron algo importante que guardo como un tesoro: pedir lo que necesitamos a alguien importante para nosotros es un regalo que le hacemos.
Solemos ir por la vida de «autosuficientes o de falsos humildes» pensando que no necesitamos nada de los demás o que para qué les vamos a molestar y con esta actitud vamos construyendo una muralla a nuestro alrededor que impide que los demás, los que nos quieren, puedan llegar a nosotros.
Así, nuestra comunicación se va haciendo más impersonal y lo que realmente nos importa lo callamos. Cuando soy capaz de reconocer que necesito algo de alguien, ya me estoy dando cuenta de que vivo en relación; pero cuando soy además capaz de decirlo y pedir aquello que necesito estoy haciendo un doble favor. Por un lado me estoy comunicando en profundidad y revelando mi esencia, y por otro, le estoy dando al otro la oportunidad de que haga algo por mi, de que se entregue a mi.
Piensa en alguna ocasión que un amigo te pidió un favor. Conecta con lo que sentiste. Seguramente, te alegró poder hacer por él y te sentiste especial porque él te hubiera elegido. A veces, estamos deseando demostrarle al otro cuánto le queremos y no sabemos como llegar a él. Por eso, pedir es regalar al otro la oportunidad de que haga algo mi.
¡Pruébalo, regala pidiendo!