Me descubro últimamente diciéndole a muchas personas: «paciencia, tienes que tener paciencia, esto pasará…»
Lo utilizo en situaciones muy diferentes: cuando se está esperando la fecha de una intervención importante, cuando los padres se desesperan por la etapa de adolescentes de sus hijos, cuando las restricciones por el COVID se hacen tan largas…
Y como siempre os digo, cuando necesitamos algo, la vida nos lo trae. Y a mí me llegó esta reflexión de la paciencia a través de una lectura. Dice Paco Peñarrubia en su libro Las Cuatro Caras del Héroe: la paciencia es un regalo del tiempo: esperar sin exigir, sin preguntar, sin anticipar. Qué poco acostumbrados estamos a esperar, ¿verdad? Todo lo que deseamos lo podemos tener ya. A golpe de click compramos cualquier cosa, vemos series del tirón, pedimos comida a domicilio… Ya casi no soportamos colas!
Es el antídoto al exceso de voluntarismo, a la exigencia de que las cosas sean como yo quiero. La paciencia nos viene a recordar que no todo depende de nosotros. En la vida hay muchos acontecimientos que escapan de nuestro planing y lista de tareas. No podemos controlar todo lo que pasa en nuestra vida.
En la paciencia se subordina el deseo a la confianza. Confianza en que el tiempo lo traerá, confianza en la naturaleza, en la vida o en Dios. Podríamos decir que la paciencia es la espera confiada. La persona paciente espera calmada (no crispada) y confiada. Y para confiar hace falta abandono, entrega. Hemos hecho aquello que estaba en nuestra mano y ahora no queda otra que esperar, no podemos empujarlo más, sólo entregarnos a una voluntad (Dios, la vida, la naturaleza) mucho más grande que nosotros y nuestros deseos.
Hay muchas etapas y actividades de nuestra vida que requieren paciencia: el embarazo como tiempo de espera, algunas enfermedades que tienen un curso largo de recuperación, el oficio de jardinero o agricultor, la etapa de educación de nuestros hijos… Todas, requieren de tiempo para ver los frutos y la paciencia se torna guía en esos momentos para saber esperar de una manera confiada y en paz.
Y tú ¿practicas la paciencia?
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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