El otro día mis amigas comentaron que todas las mujeres que tenían alrededor estaban a régimen. Aquello me sacudió y pensé: si todas las mujeres quieren adelgazar, es que algo estamos haciendo mal. Sería como si todas pensásemos: «quiero otro cuerpo, este no me gusta, tengo que cambiarlo.»
Casi desde que nacemos, empezamos a dudar de nuestro físico. Nos comparamos con otros, queremos el pelo liso de nuestra amiga, la estatura o las piernas largas de otra. Creo que no nos enseñaron a querernos tal y como somos y por eso, nosotros tampoco hemos enseñado a nuestros hijos a querer y cuidar su cuerpo.
Todos los cuerpos son bonitos. Todos son perfectos. Funcionan con precisión, nos permiten movernos, tener sensaciones, relacionarnos, hacer cosas. Y sin embargo, siempre estamos hablando mal de ellos. No nos gusta nuestra estructura osea, o la distribución de la grasa, o la piel. Las redes sociales y la publicidad nos venden cuerpos de mentira, retocados, maquillados, que ocultan los defectos y terminamos creyendo que existen de verdad. Y los anhelamos tanto como rechazamos el nuestro, el cuerpo real. Nadie muestra cuerpos diferentes (ahora hay algunos anuncios que sí), sin las medidas de las modelos, ni cuerpos envejecidos o enfermos y eso nos hace rechazarlos cuando descubrimos el paso del tiempo en el nuestro.
Recibo en consulta a muchas mujeres que odian su cuerpo, no lo miran en el espejo, lo esconden, se avergüenzan, les causa rechazo y quieren perder peso y cambiarlo como sea. Pero mi punto de arranque es otro: vamos a intentar aceptarlo, encariñarnos de él, apreciar sus puntos fuertes y débiles y cuidarlo con amor. Y la consecuencia de cuidarlo mejor será que comamos mejor y bajemos peso. Si tenemos sobrepeso (resultado de comer mal, mucho o irregularmente y de no movernos) como si lo sometemos diariamente a un régimen estricto (dietas hiperproteicas, restricción de hidratos que luego nos lleva al atracón), no lo estamos cuidando.
Entonces, ¿cómo podemos cuidar nuestro cuerpo?
Dándole descanso (hacer paradas a lo largo del dia, cuidar el sueño con unos buenos hábitos), démosle tiempo para que se reponga.
Moviéndolo (con ejercicio suave o moderado, pero nunca muy intenso ni muy frecuente), estirándolo, fortaleciéndolo.
Alimentándolo y nutriéndolo con lo que se merece. A nuestro cuerpo le gusta la fruta y verdura y no le gusta que abusemos de la proteína animal; frecuentemos más las legumbres y los frutos secos. Busquemos la variedad (cada época del año tiene sus alimentos naturales de temporada) y cocinemos de manera sana (aceite de oliva, plancha, horno).
Cuidar nuestro cuerpo es un acto de amor hacia él. ¿Sabes qué le agrada al tuyo? Párate a observar: ¿Qué le sienta bien a tu cuerpo? ¿Qué le pone contento? ¿Qué le ayuda a descansar? ¿Qué le aporta energía?
Imagen: Mujer ante el espejo (Picasso)
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza. Castilla)
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