La palabra obsesión viene del término latín obsessĭo que significa asedio. Me parece una expresión muy acertada. Con frecuencia decimos: «no paro de darle vueltas, no me lo quito de la cabeza». Y es que así funcionan las obsesiones; nos rondan, nos asedian en círculos alrededor de la cabeza.
No voy a entrar en las obsesiones más graves que derivan en el trastorno obsesivo-compulsivo. Bastante tenemos por hoy con esas obsesiones diarias nos hacen sufrir de manera persistente y nos roban gran parte de la energía vital.
La obsesión tiene múltiples facetas de expresión. Puede ser una preocupación, un suceso, un acto o ritual, etc… pero todas estas expresiones tienen en común el carácter involuntario de su aparición. Uno cree que no puede evitar «pensar, recordar o hacer algo».
Estar obsesionado con algo es una forma de escapar del presente y refugiarse en la mente para no vivir en el aquí y ahora. Como decimos los gestálticos, estar obsesionado te sirve para algo, te hace evitar otra cosa que supones más desequilibrante. Aparece por algo y nos trae un mensaje.
Te dejo algunas preguntas y reflexiones:
– Si te preocupa algo y no paras de darle vueltas, párate y piensa si puedes hacer algo en este momento para resolverlo. Si necesitas tomar una decisión, hazlo. Si temes olvidar algo importante, anótalo y sácalo de tu mente y si no hay nada que se pueda hacer realmente, déjalo marchar.
– Si te obsesiona tener todo bajo control (ordenado, limpio, previsto), escucha qué hay en tu interior que no puedes controlar, que se te escapa de las manos. Las obsesiones externas suelen ser un intento de nuestro psiquismo de tranquilizarnos cuando no controlamos nuestro interior. Es decir, si por dentro siento caos (descontrol, suciedad, inseguridad), al menos lo de fuera lo tengo controlado (ordenado, limpio, etc).
– Las obsesiones son propias de personas con un carácter rígido y controlador. Tienen dificultad para dejarse llevar por la espontaneidad y son más cerebrales que emocionales. Sería un buen remedio para una persona obsesiva soltar sus normas y al menos a ratos, perder el control y la cabeza para poder conectar con su cuerpo y con el disfrute.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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