La falta de sentido en la vida es uno de los motivos por los que el ser humano sufre más. Cuando uno no está enraizado en la tierra, en la vida, se siente a la deriva y cualquier ráfaga de aire le puede desestabilizar. Tener buenos cimientos y un motivo potente para vivir nos ayuda a afrontar los problemas y reveses que la vida trae.
De entre los motivos por los que las personas acuden a mi consulta, es la falta de sentido, uno bastante frecuente. Casi todos nos hemos preguntado en algún momento de nuestra vida para qué estoy yo aquí, qué sentido tiene mi vida. Y la falta de respuesta nos puede llevar a un profundo sentimiento de angustia.
Estos días he estado releyendo el clásico de Víctor Frankl: «El hombre en busca de sentido«. Este psiquiatra narra su historia dentro de un campo de concentración. En un momento de tanta vulnerabilidad, Frankl se da cuenta de que aquellas personas que tienen un motivo para vivir resisten torturas, castigos, falta de libertad y en cambio aquellas que no le ven sentido a la vida, terminan enfermando y muriendo. Descubre que «al hombre se le puede arrebatar todo salvo una cosa: la última de las libertades humanas –la elección de la actitud personal que debe adoptar frenteal destino- para decidir su propio camino.»
En otro momento dice: «el hombre puede decidir vivir o dejar que la vida le viva«.
Por eso hoy te pregunto: ¿tienes un motivo para vivir? ¿Cuál es el sentido de tu vida? Si te encuentras en paro y el trabajo era la piedra angular de tu vida, si has perdido tu pareja y en ella encontrabas el motivo para estar vivo, si atraviesas una crisis vital y no le encuentras sentido… Es el momento de parar y reflexionar. Frankl dice: “Dejemos de interrogarnos sobre el sentido de la vida y, en cambio, pensemos en lo que la existencia nos reclama continua e incesantemente “.
Cuando pensamos en el sentido de la vida, buscamos un gran ideal, un motivo extraordinario para vivir pero con mucha frecuencia el sentido de la vida lo tenemos al alcance de la mano, nos lo pone la vida cerca. Puede ser un motivo altruista, contribuir a un mundo mejor, cuidar a nuestra familia, desarrollarnos profesionalmente, dedicarnos a actividades de ocio… Todos son válidos si la persona siente que eso le llena la existencia y le da plenitud.
A la pregunta, ¿para qué venimos al mundo? Claudio Naranjo (maestro gestáltico) responde: «venimos a evolucionar como personas». Es decir, a ser más sanos, más libres, más completos. También éste es un motivo potente.
Además ese sentido de la vida no tiene por qué ser siempre el mismo, no es estático, va cambiando a lo largo de nuestra existencia. Por ello, debemos actualizarlo. Durante la crianza, los padres sienten que ayudar a crecer a sus hijos,es su misión en la vida, pero luego, los hijos crecen y han de conectar de nuevo con lo que la vida les pide en ese momento. Lo que ahora me llena, no tiene por qué ser lo que me llenó hace unos años.
Concluyo con un mensaje de los existencialistas alemanes: el sentido existe y es uno mismo el que tiene que descubrirlo. Ánimo en la tarea!
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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