En la última semana ha salido este tema en dos sesiones diferentes. Una persona me habla que siente que está perdiendo confianza con su madre, que hablan menos y se están distanciando.
Otra me relata que un amigo suyo le ha dicho que la ha echado de menos en la última temporada y que no hace falta estar estupenda para hablar y compartir tiempo con los amigos. A mi pregunta de ¿por qué crees que ha pasado esto? Las dos me responden: es que no quería molestar.
Las personas nos tenemos que molestar unas a otras. Estamos abusando del valor de ser independientes, autosuficientes y autónomos. Estamos fomentando tanto el individualismo y que cada quien se busque la vida, que sin darnos cuenta nos estamos encerrando. Nos alejamos de los que más queremos por no molestar.
Tenemos que volver a mezclarnos, sacarnos de nuestro mundo confortable unos a otros, molestarnos. Llamarnos para contarnos las penas, pedirnos favores, ofrecernos, preguntar, meternos donde no nos llaman… Solo así volveremos a encontrarnos, a sentirnos queridos y acompañados, implicados unos en la vida de otros. Volveremos a sentir que tenemos una red de protección y que nosotros somos apoyo para otros.
Cuando molestamos, estamos dando al otro la oportunidad de que nos quiera, le decimos implícitamente que contamos con él, que es importante. Y le lanzamos el mensaje de que le hemos elegido para pedirle algo. Y el otro, se sentirá privilegiado, útil, valioso, necesario para mí.
Volvamos al contacto, a lo solidario. Volvamos a entretejer nuestra vida juntos a la de los otros.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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