En la 1ª parte del artículo decía que todos tenemos miedo. Pero algunas personas se sienten paralizadas por éste y otras conviven con él con cierta comodidad. Acabé el artículo con la pregunta: ¿cómo me puedo deshacer de ellos? Pero en realidad la clave no está en deshacernos sino en aprender a vivir con ellos. Saber manejarlos. Vayamos por partes:
El miedo es una emoción básica necesaria para nuestra supervivencia. Los animales sienten miedo y eso les permite emprender la huída o paralizarse para no ser visto y así evitar el peligro. El problema es que los seres humanos hemos empezado a interpretar mal los signos externos y percibimos peligros donde no los hay. O aún peor, imaginamos peligros y situaciones catastróficas sin que lleguen nunca a hacerse reales.
A pesar todo ello, creo que los miedos que son un motor. Pueden ser un límite o un aliciente para superarlos. Detrás de cada miedo hay un fuerte deseo. Piensa en algún miedo que haya sido realmente importante en tu vida. Seguro que a pesar de la angustia que sentías, habia un fuerte deseo a superarlo, un impulso a atravesarlo y sentirte más libre. Una situación nos da miedo porque nos importa y la deseamos mucho. Y es que miedo y deseo van de la mano. Prueba a caminar llevando en una mano el miedo y en la otra, el deseo.
Ahí van algunas pistas para aprender a llevarte mejor con tu miedo:
El miedo te lleva al pasado o te coloca en la preocupación de lo que llegará en el futuro. Trata de quedarte en el presente, en el momento único que vives ahora mismo. Si estás presente aquí y ahora, no hay miedo; sólo experiencia.
El miedo se agazapa, se esconde, se difumina… y desde ahí ejerce todo su poder. Trata de concretar a qué sientes miedo en este momento; ponle nombre, defínelo y habrás ganado la mitad de la batalla. Desenmascáralo y dialoga con él. Trata de entender a esa parte temerosa que forma parte de tí. Pregúntale qué le preocupa y qué necesita para salir de ahí. Convierte a tu monstruo temido en un compañero de camino.
Conoce bien tus miedos y cómo actúan en tí. Hay personas que frente al miedo se ponen «bravuconas» y pasan por encima de él, otras se sienten pequeñitas y se hacen invisibles a los demás. El miedo vuelve a las personas controladoras, rígidas o autoritarias. Otras veces nos convierte en personas dubitativas e inseguras. Si conoces bien las situaciones que te producen miedo, estarás más familiarizado con ellas y podrás afrontarlas mejor.
El miedo evoluciona: personas o situaciones que nos daban pánico en una época pueden ser en el momento presente sólo una anécdota. Y en cambio ahora, puede que otros pensamientos o acontecimientos nos atemoricen.
Si te sientes paralizado por el miedo y no sabes cómo salir, piensa cómo resolviste tiempo atrás otra situación parecida. Seguro que tienes estrategias en tu interior. Sólo te falta usarlas.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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