«Me he dado cuenta de que en mi vida he hecho casi todo por miedo». Con esta frase empezó un paciente la sesión el otro día.
Desde que nacemos mamamos el miedo de nuestros padres, de nuestro entorno. Percibimos la preocupación cuando no comemos, cuando tosemos, lloramos… Nuestros padres dicen: ¿le pasará algo? ¿Estará enfermo? Y detrás de esa preocupación, está escondido el miedo a no ser buenos padres, a la enfermedad de nuestros hijos… Nacemos sin miedo, sólo con necesidades pero pronto descubrimos el miedo y lo incorporamos a nuestro abanico de emociones.
Detrás de cada situación cotidiana se agazapa el miedo: qué pensarán de mí, y si pasa algo grave, me habré equivocado… Son miedos que nos llenan de angustia.
Y lo peor de todo es que no nos damos cuenta de que llevamos toda la vida teniendo miedo. Estamos pendientes de lo que otros esperan de nosotros, de su aprobación y vamos tomando decisiones según el proyecto esperado. Otras veces, tenemos miedo al futuro, al cambio y nos estancamos en lo mismo de siempre.
Veamos con más detalle momentos del dia a dia en los que se esconde el miedo:
- Ir con prisas («llego tarde y me van a regañar»),
- la impaciencia («si no lo hago todo rápido, van a pensar que soy una incompentente»),
- el perfeccionismo («tengo que hacerlo todo muy bien para que me quieran y acepten»),
- las dudas («¿Y si me equivoco con esta elección?»),
- la sumisión («no le digo nada que si no, se enfada conmigo»),
- la aversión al riesgo («mejor no cambiar que así todo va bien»),
- la mentira («si digo realmente la verdad, no me querrán»)
Todo el mundo tiene miedo: miedos de niños (la oscuridad, que nos dejen solos) y de mayores (que les pase algo a nuestros hijos, perder el trabajo, miedo al fracaso, a la intimidad, miedo a repetir patrones, a la muerte).
Hay miedos de una sola vez (tirarse a la piscina) o que se repiten.
Miedos que protegen de peligros auténticos (pararse frente a un barranco, conducir con moderación).
Miedos que hacen disfrutar (una película de miedo, correr riesgos) y miedos que nos lo hacen pasar mal y nos impiden avanzar.
¿Os dais cuenta de la cantidad de miedos que hay?
El miedo desencadena otras emociones secundarias: angustia, ansiedad, preocupación excesiva, desconfianza, inseguridad. También puede desplazarse hacia la rabia y el enfado.
Con frecuencia cuando nos sentimos irritados, deprimidos, disgustados, enfermos… hemos caído en las redes del miedo.
Lo explica mucho mejor el cantautor Pedro Guerra en su canción Miedo:
Tienen miedo de la sombra y miedo de la luz
tienen miedo de pedir y miedo de callar
miedo que da miedo del miedo que da.
Tienen miedo de subir y miedo de bajar
tienen miedo de la noche y miedo del azul
tienen miedo de escupir y miedo de aguantar
miedo que da miedo del miedo que da.
El miedo es una sombra que el temor no esquiva
el miedo es una trampa que atrapó al amor
el miedo es la palanca que apagó la vida
el miedo es una grieta que agrandó el dolor.
El miedo es una raya que separa el mundo
el miedo es una casa donde nadie va
el miedo es como un lazo que se aprieta en nudo
el miedo es una fuerza que me impide andar.
Y os preguntareis, ¿y cómo me deshago de él?
Pues eso vendrá en el próximo artículo, porque en éste ya me he extendido mucho.
Continuará…
Consulta privada de Miriam Magallón , psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza. Castilla)
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