647627_dreaming[1]La pérdida (sea por muerte, separación, divorcio, ruptura, etc) de nuestra pareja es uno de los momentos más dolorosos de la vida. Cuando perdemos o rompemos con quien compartíamos nuestro día a día, se abre un profundo dolor y una temporada llena de desconcierto y soledad.

Tener pareja supone ir acompañado a todos los sitios, poner la mesa para dos, dormir acompañado, tener en quien apoyarse en los momentos duros… Por eso cuando perdemos a esta persona sentimos que nos falta una parte de nosotros mismos.y nos sumimos en una crisis de identidad sin saber quiénes somos realmente. Puede pasarnos también que  nos quedemos sin anclas de estabilidad, sin seguridad económica, sin rol social o familiar. Nuestro punto de apoyo existencial desaparece.

Y aquí viene lo paradójico: cuando nos ha fallado lo más importante de nuestra vida, todavía nos queda eso: nuestra propia vida. La pérdida nos empuja a empezar otra. Esta crisis existencial es una llamada a evolucionar, a reinventarnos.

Generalmente buscamos una pareja que nos complemente en nuestros puntos débiles y así nos sentimos más completos, pero a cambio, nos acomodamos y no  evolucionamos. desarrollando nuevas habilidades. Sin embargo, las  personas nacemos inacabadas; es la propia vida la que nos hace irnos completando. Montones de aspectos propios están esperando dentro de nosotros a ser descubiertos, explorados y activados.

La necesidad de llenar nuestro tiempo ahora vacío y el tener que recolocar la energía que depositábamos en la persona que ahora ya no está, nos empujan a completarnos, a ilusionarnos con nuevos proyectos y atrevernos a hacer aquello que siempre nos dió reparo.

Hace más de un año murió una persona muy querida para mi y su mujer (ahora viuda) ha sido un ejemplo de valentía y coraje. Después de muchos años de matrimonio tuvo que aprender a hacerlo todo sola; ella ha decidido reinventarse, atreverse con la vida y dejar que los cambios entren en su existencia. Puede que no tengamos que esperar a perder a alguien querido para plantearnos la pregunta: ¿qué me queda por desarrollar de mi mismo, en qué puedo evolucionar?

 

Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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