Nos pasamos la vida intentado tener las emociones a raya; no nos gusta perder el control y reir hasta llorar, sentir amor y ternura a raudales, llorar en público o expresar nuestro miedo. Las emociones no están bien vistas. Muchas personas consideran que dejarlas salir libremente les hace parecer débiles y vulnerables y se las tragan. Sin embargo, desde el principio de los tiempos, el ser humano ha tenido emociones que le han ayudado a sobrevivir.
Cuando necesitaba protegerse frente a un peligro, el miedo le ayudaba a ponerse en guardia. Si necesitaba defenderse y poner límites, sentía ira. El amor y la alegría le ponían en contacto con el otro y así ¡se perpetuaba la especie!
Las emociones no son positivas ni negativas, buenas o malas, no entienden de moral. Las emociones simplemente son. Si las reprimimos, estaremos mutilando una parte de nosotros. Nos perderemos la oportunidad de recordar, vivir y vibrar con lo que nos rodea.
Nos permiten integrar y asimilar las experiencias vividas. Por ejemplo, la tristeza y la pena nos ayudan a recogernos y estar con nosotros mismos para poder tener un tiempo en el que asimilar lo que nos ha pasado. Sentirnos tristes nos lleva en ocasiones a pedir ayuda y a recordar que no somos autosuficientes , que necesitamos a los demás. La tristeza es una gran aliada del recuerdo. Si no añoráramos, no seríamos conscientes de lo que hemos tenido, no podríamos revivir (mantener viva) esa relación.
El amor y la alegría son sentimientos que nos llevan a compartir con el otro, a confiar y a celebrar la vida.
Las emociones nos ayudan a regular nuestro mundo interno y si las bloqueamos, esa regulación natural se rompe apareciendo otros problemas: enfermedades, problemas de relación, insatisfacción vital. Así pues, dejémoslas salir y expresarse para escuchar el mensaje que nos traen.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza.. Castilla)
Cita previa: 605146096