1148004_vintage_nib[1]Llevo más de 15 años atendiendo en consulta a personas que acuden al psicólogo en busca de alivio, orientación o solución a sus problemas. Son bastantes años y no menos pacientes (no sé el número exacto) escuchando en la intimidad de la consulta lo que les hace sufrir. Este camino ha sido tremendamente enriquecedor para mí (espero que no suene a despedida porque no pienso retirarme…) y estas son algunas de las cosas que aprendo cada día en mi trabajo:
  • El contacto profundo y la comunicación íntima es lo que cura al paciente y al terapeuta. Lo que me engancha a mi profesión es el privilegio de ahondar en lo más íntimo y lo más sagrado de cada persona. Lo más escondido es lo más bello. El dolor y el sufrimiento dejan a la persona sin sus máscaras, sin sus defensas y me muestran a una persona vulnerable, sincera, honesta consigo misma.Y esa conciencia de lo que le pasa uno, cura.
  • Aprendo cada día a tener fe en las personas, a creer que cada uno tiene dentro de sí un montón de potencial y posibildades. Creo que todos buscamos la salud y la felicidad y que esa es nuestra tendencia natural; a veces tan sólo, necesitamos un poco de ayuda para desenredar el nudo que no nos dejaba vivir.
  • Sigo aprendiendo el arte de comprender, de escuchar en profundidad apartando mis juicios o mis esquemas mentales.
  • Conectar con lo auténtico de cada uno de mis pacientes, me permite escuchar también mi parte sincera, clara, mi sentir. Y esa conexión hace que apoye lo que va a favor de la vida, del impulso de ser feliz.
  • Aprendo a esperar, a llevar otro ritmo muy distinto al que manejo fuera de la consulta. Trato de encontrar el equilibrio entre empujar para que la persona avance en la terapia y acompañar el proceso con su ritmo, sus dificultades y su tempo. Los procesos terapeúticos llevan otros ritmos distintos de los «lógicos» mentales. El mundo emocional necesita cocinarse a fuego lento, no vale la comida rápida. Requiere cuidado, atención y escucha para que la persona se atreva a hablar de lo que realmente le duele, para que se abra, para que rompa a hervir y se ablande.
  • Mis pacientes me enseñan otras realidades, otros puntos de vista y me abren al mundo. Admiro la valentía de quien decide cuestionar su vida. Admiro a quienes se atreven a atravesar el dolor o mirar de frente sus miedos.
  • Por último, resaltar mi convicción profunda de que lo realmente mueve el mundo y las personas es lo afectivo. Creemos que nuestro intelecto, nuestro curriculum brillante o nuestra imagen nos darán la plenitud pero sólo sanando el mundo afectivo (reconociendo nuestras carencias y buscando cubrir las propias necesidades), podremos tocar la felicidad.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza.. Castilla)
Cita previa: 605146096

 

1148004_vintage_nib[1]Llevo más de 15 años atendiendo en consulta a personas que acuden al psicólogo en busca de alivio, orientación o solución a sus problemas. Son bastantes años y no menos pacientes (no sé el número exacto) escuchando en la intimidad de la consulta lo que les hace sufrir. Este camino ha sido tremendamente enriquecedor para mí (espero que no suene a despedida porque no pienso retirarme…) y estas son algunas de las cosas que aprendo cada día en mi trabajo:


  • El contacto profundo y la comunicación íntima es lo que cura al paciente y al terapeuta. Lo que me engancha a mi profesión es el privilegio de ahondar en lo más íntimo y lo más sagrado de cada persona. Lo más escondido es lo más bello. El dolor y el sufrimiento dejan a la persona sin sus máscaras, sin sus defensas y me muestran a una persona vulnerable, sincera, honesta consigo misma.Y esa conciencia de lo que le pasa uno, cura.
  • Aprendo cada día a tener fe en las personas, a creer que cada uno tiene dentro de sí un montón de potencial y posibildades. Creo que todos buscamos la salud y la felicidad y que esa es nuestra tendencia natural; a veces tan sólo, necesitamos un poco de ayuda para desenredar el nudo que no nos dejaba vivir.
  • Sigo aprendiendo el arte de comprender, de escuchar en profundidad apartando mis juicios o mis esquemas mentales.
  • Conectar con lo auténtico de cada uno de mis pacientes, me permite escuchar también mi parte sincera, clara, mi sentir. Y esa conexión hace que apoye lo que va a favor de la vida, del impulso de ser feliz.
  • Aprendo a esperar, a llevar otro ritmo muy distinto al que manejo fuera de la consulta. Trato de encontrar el equilibrio entre empujar para que la persona avance en la terapia y acompañar el proceso con su ritmo, sus dificultades y su tempo. Los procesos terapeúticos llevan otros ritmos distintos de los «lógicos» mentales. El mundo emocional necesita cocinarse a fuego lento, no vale la comida rápida. Requiere cuidado, atención y escucha para que la persona se atreva a hablar de lo que realmente le duele, para que se abra, para que rompa a hervir y se ablande.
  • Mis pacientes me enseñan otras realidades, otros puntos de vista y me abren al mundo. Admiro la valentía de quien decide cuestionar su vida. Admiro a quienes se atreven a atravesar el dolor o mirar de frente sus miedos.
  • Por último, resaltar mi convicción profunda de que lo realmente mueve el mundo y las personas es lo afectivo. Creemos que nuestro intelecto, nuestro curriculum brillante o nuestra imagen nos darán la plenitud pero sólo sanando el mundo afectivo (reconociendo nuestras carencias y buscando cubrir las propias necesidades), podremos tocar la felicidad.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza.. Castilla)
Cita previa: 605146096