Ayer navegando por Internet, encontré un testimonio que me conmovió el alma. La protagonista de la pelicula de Lo imposible Naomi Watts charlaba con la protagonista real de la historia, María Belon, una mujer española que sobrevivió al Tsunami junto con su familia y que cuenta su historia.
Estaría todo un día reflexionando sobre lo que pasa en esta entrevista. Es un tratado de comunicación auténtica, verdadera, emocional y no-verbal. Las mujeres nos comunicamos en otro código con otras mujeres. La amistad entre dos mujeres es profunda, sólida y emocional. Pero si me detengo aquí, estaría escribiendo otro artículo y hoy quiero reflexionar sobre otras cosas.
Pasar por una situación tan traumática, te hace sentir privilegiada, agradecida y también estremecida por la cantidad de personas que no tuvieron tu misma suerte. No deja de sorprenderme y conmoverme cómo, en medio de la tragedia emerge la grandeza de las personas, la generosidad, el altruismo desnudo de miedos y prejuicios. Creo aún más en el género humano cuando un tren descarrila en Santiago y los vecinos saltan la verja y sacan a la gente atrapada; cuando un chaval joven abraza a una niña asustada y trata de calmarla contándole cosas.
Maria Belón, una mujer equilibrada y con un mundo emocional tan sano, habla de su deseo de morir y acabar con tanta lucha bajo el agua («que esto acabe ya por favor»). Pero en medio de la desesperanza, ve la cabeza de su hijo salir a flote y en una centésima de segundo su deseo de vivir surge como una explosión para tratar de estar junto a él y su pensamiento es: «ójala no acabe nunca». Porque nuestros instintos más primarios se asientan en el amor, en la presencia de un otro (un hijo, una madre, una pareja). Y en mitad del desastre, conecta con su deseo de vivir y sabe claramente para quién quiere seguir viviendo. Estoy convencida que la fuerza del amor y los lazos afectivos son los motivos por los que decide seguir viviendo.
Cuando le preguntan si lo ha superado, dice con contundencia: «a nosotros no nos pasó nada, les pasó a los que quedaron bajo el agua. Nunca imaginas que esto pueda pasarte, pero llega y en ese momento puedes darte cuenta de quién eres; claro que puedes superarlo.» O lo que es lo mismo, tenemos una imagen de nosotros limitada, sesgada y asustadiza y cuando llega una verdadera crisis, sacamos todo nuestro Ser, nuestras capacidades y afrontamos el dolor y el sufrimiento de manera natural. Somos mucho más que la representación mental de nosotros mismos; somos grandeza y coraje.
Durante toda la entrevista está sentada a su lado Naomi Watts. Ella es la persona que escucha a María contar su relato durante horas y horas. Le acompaña con la mirada, con su cuerpo y la sostiene emocionalmente todo el tiempo. No se apresura, no rompe el silencio y en una postura de recogimiento como si estuviera en un lugar sagrado, deja que esta superviviente saque una y otra vez el horror vivido para curar sus heridas. Compartir el testimonio de lo que pasó (no sólo a ellos) es un homenaje a tantos miles de personas que murieron allí y un paso fundamental para sanar el dolor. Siente que la vida le ha dado una prórroga. Que es una privilegiada por tanto recibido. Una muestra más de que en la tragedia las personas aprendemos mucho y crecemos como gigantes.
No dejéis de ver la entrevista. ¡Espero vuestras reflexiones!
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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