Si hay algo que distingue a los grandes deportistas es su fuerza mental. No se rinden, pelean todo, quieren ganar siempre, dan la vuelta a un partido con persistencia y la confianza de que pueden hacerlo. En estos juegos Olímpicos hemos visto grandes deportistas. Por ejemplo Carolina Marín, medalla de Oro en Badminton.
Mucho se ha comentado sobre sus gritos en la pista como estrategia para amadrentar a la contrincante. Puede que haya parte de esto, no lo niego, pero también refleja el temperamento, la furia que necesita salir y expresarse. Nos educan para ser contenidos, adecuados a cada situación y cuando tenemos cerca alguna persona más expresiva nos sentimos incómodos. Esta mujer ha aprendido a sacar la voz, no cabe duda. Deja salir la emoción de su interior. Expresa su alegría cuando gana un punto pero también es una manera de descargar la tensión y aflojar carga muscular y psicológica por medio de la voz. Suelta y vuleve a la carga renovada. Es como si limpiara el campo para volver a empezar de nuevo.
Quizás os parezca que estoy sacando demasiada punta a un grito pero éste encierra la importancia de saber canalizar la emoción, soltar tensión y seguir adelante. Qué necesario para nuestra vida, no? Y aunque parezca tan primario, no lo es. En primer lugar hay que tener conciencia de nuestro cuerpo, sentir la tensión corporal y la emoción presente. A continuación hay que saber descargarla. Cuántas personas presentan rigidez en el cuello o nuca o contracturas en las mandíbulas por no sacar y expresar su rabia. Y el último paso consiste en pasar página. Dejar la descarga atrás y no quedarse enganchados a esa emoción. Soltarla, dejarla ir…
Otra cosa que me llamó la atención fue lo que habla. Si os fijais, no para de hablar-se. Y al hacerlo en voz alta, podemos saber qué se dice. Su diálogo interno es continuo y le sirve para definir su táctica (hacia dónde quiero ir) y darse valor: «venga, vamos a por ello, tu puedes». Otra vez me topo con la realidad de nuestro diálogo interno. Solemos hablarnos para decirnos cosas de este estilo: «qué torpe soy, yo no puedo con esto, me voy a equivocar». Marín, al hacerlo en voz alta, todavía consigue un mayor efecto. Se oye, la voz sale y escucha el mensaje.
A las personas que hablan en alto solas, solemos calificarlas de locas. Yo creo que hablarnos en alto para infundirnos ánimo, para recobrar la confianza o expresar nuestro propósito es una herramienta muy potente que utilizamos poco. Así pues, saquemos la voz y hablémonos más en alto para recobrar la confianza en nosotros mismos, para desarrollar nuestra fuerza mental.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza. Castilla)
Cita previa: 605146096