La pandemia por COVID 19 ha sido un acontecimiento traumático que ha azotado a toda la sociedad. Especialmente castigados han sido los sanitarios. Ahora que la presión asistencial ha bajado considerablemente, puede que muchos de esos sanitarios empiecen a sentir malestar
y no sepan de dónde les viene. Por ello he escrito este post. Fuerzas de seguridad del Estado y personal sanitario pueden estar viviendo: flashbacks, pensamientos descontrolados, evitación de ciertas situaciones, sentimientos paralizantes y la necesidad de estar muy alerta (hipervigilancia). Otras personas pueden estar sufriendo problemas de sueño con dificultad para conciliarlo o pesadilllas.
Este conjunto de síntomas se conoce como Trastorno de Estrés Postraumático (TEPT). Y se define como un acontecimiento súbito e intenso de naturaleza física o emocional que daña a la persona. Tras ese acontecimiento (en ocasiones puede transcurrir más de un mes) la persona afectada experimenta un nivel de estrés alto. Dicho estrés es un indicador corporal de que el evento traumático ha consumido nuestros recursos físicos y emocionales y nos ha dejado las baterías en reserva.
Los síntomas característicos son de dos tipos: intrusivos ( recuerdos del evento, pesadillas sobre el tema, reviviscencias y gran angustia acompañando a estas sensaciones) y evitativos ( evitar lugares, personas o esquivar el tema). Como consecuencia de esta lucha entre querer olvidar y la compulsión de recordar se produce una alteración de las funciones psíquicas: alteraciones del ánimo, problemas cognitivos y de conducta, insomnio.
Y ahora que nos sabemos la teoría y hemos podido vernos reflejados, ¿qué podemos hacer para disminuir el malestar?
- Reconoce lo que te está pasando. Cuanto antes lo aceptes, menos te resentirás psicológicamente. La aceptación disminuye la rabia y el resentimiento psicológico. No aceptarnos desgasta, y nos lleva a rumiar o irritarnos con nosotros o con los demás: nos cansa y nos hace menos eficientes. Para aceptar, hemos de ser conscientes de que no siempre tenemos la solución. No hemos podido llegar a todos los pacientes que nos pedían ayuda, no hemos podido evitar algunas muertes, las cosas no han sucedido como nosotros queríamos… No debemos frustrarnos por ello. Exigirse expectativas muy altas lleva a la frustración, y de ahí a la ansiedad. No te resistas, no te enfades contigo mismo.
- Habla: apóyate en tu gente y en el Equipo que ha vivido esto contigo. Compartir nuestros sentimientos con aquellos que nos quieren y valoran nos hará reducir miedos y ansiedades y podremos integrar todo lo que ha sucedido. Sentirnos escuchados y comprendidos es uno de los mejores remedios.
- Cuida tu cuerpo: aunque te sientes sobreactivado, duerme, come bien y date descansos. No te automediques. Consulta con otro profesional si no logras dormir bien.
- Encuentra tu forma de descargar estrés: deporte, contacto con la naturaleza, bailar.
- Permanece conectado al aquí y ahora. No dejes que tu pensamiento se vaya a lo que ya pasó. Cuando las imágenes traumatizantes vuelvan a tu mente, trata de conectar con lo que está pasando en ese momento. Date cuenta de lo que hay alrededor, los sonidos que vienen, el contacto de tus pies en el suelo, toca tus manos y siente el tacto de tus dedos. Conecta con tus sentidos.
- Respira, trata de respirar profundamente como si fuera un gran suspiro cuando sientas ansiedad, cuando tengas miedo, cuando tu mente reviva escenas. El contacto con tu cuerpo te permitirá relajar la tensión de tu cuerpo y la señal de alarma irá aflojando.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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