No es sencillo distinguir entre la angustia y la ansiedad. En anteriores artículos he ido hablando sobre la ansiedad. A pesar de ser sensaciones parecidas, presentan diferencias. La ansiedad es una sensación física de malestar, una preocupación constante por lo que vaya a pasar. En cambio la angustia es una sensación dolorosa de vacío interior. Tiene que ver con la insatisfacción en la vida, con el aburrimiento existencial, con la falta de sentido.

La angustia es el ruido sordo y profundo que escuchamos cuando paramos en nuestra vida, cuando nos quedamos en silencio con nuestra soledad y la verdad de lo que somos.

Sería importante poder captar el mensaje que nos deja esa angustia: no encuentro sentido a mi vida, hay decisiones importantes que estoy demorando y me llenarían más, me siento vacío y aburrido. Pero generalmente, en lugar de enfrentarnos a esa angustia, huimos hacia delante buscando tapar ese agujero negro.

Hay muchas respuestas de huída: trabajando en exceso, consumo de alcohol o drogas, comer en exceso o controlar la cantidad (atracones o dietas muy restrictivas). Hasta las conductas saludables llevadas al extremo pueden ser formas de llenar el vacío existencial. Por ejemplo la práctica excesiva de: ejercicio físico, de actividad sexual, de las relaciones sociales, nuevas tecnologías… Es decir, como no le encuentro un sentido claro a mi vida, me vuelco o me vacío con alguna obsesión.

Y vosotros direis ¿cómo puedo encontrar el sentido a mi vida? Parándote a escuchar, practicando el autoconocimiento -que es el arte de acoger todo lo que eres-, preguntándote con compasión qué quieres de la vida, buscando soluciones creativas

La psicoterapia puede ayudar a atravesar ese vacío, pero no es la única salida. La meditación, el yoga, el silencio, el trabajo interior o la expresión artística pueden ponerte en contacto con esa angustia y ayudarte a salir de ella.

Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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