Hace muchos, muchos años vivió una niña que pertenecía a un grupo de nómadas. Esta niña era especial; al nacer, los huesos de su craneo se fusionaron prematuramente provocándole formaciones asimétricas en la cabeza y el rostro. Por ello, nuestra protagonista sufría una severa discapacidad psicomotora y cognitiva.
Los descubridores del craneo de esta niña la bautizaron con el nombre de Benjamina, que significa «la niña querida», y concluyeron que había nacido hace 530.000 años y que murió cuando tenía 10 años. Aunque os parezcan muy pocos años, la realidad de aquella época era muy distinta a la nuestra. Y es que en pleno Pleistoceno las posibilidades de supervivencia con una movilidad tan reducida eran muy limitadas al no tener capacidad para huir del peligro ni poder cazar o proveerse de alimentos. Según los arqueólogos del yacimiento donde fueron encontrados sus restos, haber sobrevivido durante un periodo tan prolongado con esa discapacidad, es una prueba inequívoca de que la solidaridad social de estos grupos era un hecho.
El grupo tuvo que cuidarla, buscarle alimento, ponerla al abrigo de peligros…
Por otro lado, vivimos tiempos convulsos con la llegada de inmigrantes que huyen de la guerra y la pobreza. Los medios de comunicación nos presentan vallas y muros para impedir que lleguen a Europa. Pero yo sigo creyendo que el ser humano es en su esencia solidario. Sólo tenemos que recordar que ya hace 530.000 años éramos seres altruitas y solidarios.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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