Cuando comenzamos una relación afectiva solemos llevar con nosotros una mochila llena de expectativas y miedos sobre lo que ocurrirá: no le voy a gustar, se va a dar cuenta de…, se cansará de mi. Esto provoca que no lleguemos a mostrarnos tal y como somos, que no le dejemos conocer al otro nuestra verdadera esencia.
El miedo es una respuesta natural que existe en los animales y humanos frente a un peligro real. Es decir, es un mecanismo que se pone en marcha para sobrevivir a situaciones peligrosas.
Sin embargo, el hombre ha modificado esta respuesta instintiva por otra más imaginaria. Las personas anticipamos e imaginamos situaciones peligrosas en nuestra mente (no peligros reales) y desencadenamos la respuesta del miedo. Es decir, nos asustamos con cosas que no han pasado sino que imaginamos que van a pasar y nos quedamos bloqueados.
Tememos los momentos profundos de comunicación auténtica, tememos revelar nuestros secretos y nuestra vulnerabilidad… y paradójicamente, eso que tratamos de ocultar por miedo, es lo más valioso que tenemos y lo que nos hace ser únicos.
Lo contrario del miedo no es la osadía o el riesgo. Lo contrario del miedo es la confianza. Confía en tí, confíate a esa persona especial, confía en lo que la vida te va poniendo delante. No anticipes peligros, confía y disfruta este momento.