Os voy a contar un secreto. Este año me he sacado el título de profesora de Yoga. Algunos ya sabéis que desde hace muchos años practico Yoga y siempre que terminaba una clase me quedaba con ganas de más, así que decidí formarme y estudiar más a fondo la filosofía, principios y prácticas del Yoga. Es una de las mejores cosas que he hecho este año.
Me ha aportado mucha paz y serenidad y he vivido el proceso con mucha ilusión y alegría. A lo largo del curso he ido conociendo montones de conceptos (¡en sánscrito!) llenos de profundidad que tocaban estrechamente con el mundo de la Psicología. Y hoy os traigo uno que me parece super interesante: Ahimsa.
Ahimsa quiere decir No violencia. En uno de los textos clásicos del Yoga (los Yoga Sutras de Patanjali) figura en primer lugar el principio de Ahimsa. Sería en nuestra tradición cristiana como el mandamiento de No matarás. Pero este concepto implica muchas más cosas.
Va más allá de la falta de violencia. Es cultivar la amabilidad, la amistad y la consideración hacia otras personas, cosas y a nosotros mismos. Muchas personas que practican Yoga lo asocian al veganismo, ya que consideran que matar animales para alimentarnos en ejercer violencia sobre ellos, pero yo no quiero entrar hoy en este tema sino en cómo ejercemos violencia sobre nosotros mismos.
La definición más extensa de Ahimsa es: cultivar la no violencia de pensamiento, palabras y acciones.
Es decir, podemos ejercer violencia sobre nosotros de muchas maneras; con nuestros comportamientos, con los pensamientos y mensajes que nos dedicamos y con la forma de hablar de nosotros mismos a otros.
NO ejercemos Ahimsa cuando dañamos nuestro cuerpo llevándolo al límite, sin dejarle descansar, comiendo lo que no nos sienta bien (aunque le guste mucho a nuestro paladar), cuando no escuchamos lo que le agrada y necesita nuestro cuerpo, cuando nos exigimos demasiado y nos lesionamos.
Ahimsa implica no despreciar nuestro cuerpo, nuestra mente y emociones sino respetarlas y aceptar lo que venga de ellas con compasión. Es tener una mirada amable cuando nos encontramos con nuestros límites, defectos o errores. Tratar con amabilidad nuestro cuerpo aunque no sea como el de la revista. Implica soltar la culpa que nos desasosiega y nos hace sentir miserables. En lugar de culpa deberíamos poner un puñado de aceptación y autocompasión.
Te dejo aquí algunas preguntas para que reposen en tu interior.
¿Cómo hablas de tu cuerpo, de tu personalidad?
¿Cómo te presentas frente a los demás?
¿Qué tipo de mensajes te das en el dia a día?
¿Y cuando te equivocas?
Como decía Gandhi «la no violencia requiere una mente, una boca y unas manos pacíficas». Ahí queda el reto.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
C/Mauricio Legendre 2,4º I. 28046 Madrid. (Zona Pza. Castilla)
Cita previa: 605146096