Hoy te propongo un ejercicio. Piensa en lo primero que te venga con la palabra tiempo.¿Lo tienes?
Si pudiérais enviarme vuestras respuestas sobre la asociación libre que habeis hecho del tiempo, podríamos comprobar la variedad de percepciones y experiencias que tenemos sobre el tiempo.Puede que a algunos les haya venido la imagen de un reloj, a otros la sensación de agobio por la falta del mismo, otros se han podido ir al deseo de disponer de más tiempo libre.
Y es que el nuestro manejo del tiempo tiene importancia. Podemos entenderlo como la cuenta atrás hacia el final -de ahí todos los intentos por detener el paso del mismo, por mantenernos jóvenes o llenarlo hasta el último segundo- o como la posibilidad de vivirlo y disfrutarlo como un instante único que no volverá.El tiempo cronológico es igual para todos pero la vivencia subjetiva que tenemos del paso del tiempo es totalmente diferente para cada uno.
Es frecuente ver personas a las que siempre les falta tiempo, que van corriendo a todos lados, que siempre están liados y no tienen apenas un rato para el descanso. Pareciera que el tiempo es un bien escaso y hay que exprimirlo hasta la última gota.
El tiempo puede convertirse en un perseguidor en nuestras vidas. El reloj nos apremia con horarios, obligaciones, reuniones. Nos puede hacer sentir en una cárcel o en una olla a presión. El tiempo ¿es para tí un mete-prisas? ¿Os habeis fijado cómo nos levantamos cada día? ¿Cómo conducimos para ir al trabajo? Pero si ya vamos con prisas… Y a fuerza de correr y agobiarte, ¿consigues que te den más saldo de minutos en el día?
También el tiempo puede ser una excusa. Hay compromisos, relaciones pendientes o incluso vacaciones que no tomamos porque no tenemos tiempo. Nos parapetamos en la falta del mismo para no enfrentarnos a situaciones difíciles.
Aunque parezca paradójico, perder el tiempo es uno de los retos más difíciles de asumir en nuestros días. La publicidad y nuestro entorno, nos conducen a llenar cada minuto y cada espacio de experiencias y actividades. Sé que no siempre es fácil parar el tren del ritmo laboral o familiar. Pero recordad que siempre nos queda la capacidad de elegir cómo vivir nuestro tiempo. Si lucho por tener huecos en mi día a día para disfrutar de perder el tiempo o hacer aquello que me entusiasma, lo conseguiré.
Los mejores maestros para aprender a manejar el tiempo de forma sana son los niños. No viven pegados al reloj; se sumergen en la actividad que estén haciendo como si fuera lo único que hay en la vida y cuando se aburren, tiran de creatividad para volver a disfrutar del tiempo.
Consulta privada de Miriam Magallón, psicóloga clínica.
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